Mirando a otra, el día de San Valentín

No encontrábamos el estacionamiento (no era posible que un hotel tan lujoso no lo tuviera), así que me bajé del carro para preguntarle a la recepcionista. La señorita, muy gentilmente, me indicó que el parqueo se encontraba a la vuelta del hotel, al costado de Casa Andina. Entonces, lo llamé por celular para decirle por dónde debía ingresar a la cochera. Lo esperé en la entrada y volví a subir a la camioneta para ubicarlo (difícil recorrido pues tenía las curvas muy estrechas, y en un solo sentido). Cuando llegamos al restaurante del hotel Marriot recibimos una atenc ión de primera. Una anfitriona nos dio el recibimiento, buscó nuestros nombres en su lista y nos llevó a una de las mesas que estaban libres. A los pocos minutos se acercó el capitán de meseros dándonos también la bienvenida y nos explicó que en unos minutos un camarero nos iba a atender. De pronto se acercó un mimo, vestido elegantemente, y me obsequió una flor hecha con globos (bonito detalle, por cie...