Relación de 3

 

Por Facebook

 

Te miro por el face y vienen a mí los años de esplendor al lado tuyo. Una relación amorosa de tres años: compartiendo anécdotas, viajando juntos, experimentando emociones, conociendo un poco de ingeniería mecánica y tú aprendiendo un poco más sobre el sistema de la lengua (tú en la UNI y yo en la UNE-Cantuta). Derrepente, tu ausencia se empezó a justificar porque tenías que estudiar para tus prácticas calificadas, luego los trabajos de grupo y, finalmente, tus exámenes parciales y finales. Un par de meses después me dijiste haber conocido a una chica (rubia superficial, por cierto, tez blanca, delgada, caderona y bien tarrajeada; la típica mujer por la que el 99.9 % de hombres pierden la cabeza). Enamoramiento que te duró menos de un año, puesto que tu nueva conquista terminó yéndose con un hombre, muchos años mayor que tú; interesante cargo en la política de la universidad y de atractiva billetera. Supongo que mi poco atrevimiento sexual y la falta de coquetería fueron en gran parte, también, las causas del enfriamiento sentimental, razones por las que terminaste conmigo.

 

Anoche vi a Javier -me contó Mary-. Pensé que eras tú la que estaba con mi primo (estos chicos no cambian, terminan y luego regresan -me dije-…). Yo estaba comprando salchipapas en la esquina de mi casa, cuando pasaron por detrás mío, y mi primo ni cuenta se dio, y al voltear miré a la chica, quien tenía tu misma estatura, el cabello negro y lacio como lo tienes tú, y de perfil muy parecido a ti (pudiendo tener una original, se buscó una copia), pero por la oscuridad no la pude ver con exactitud. Sin embargo,  esa relación no le duró mucho tiempo, porque luego lo vi salir con su actual pareja, un poco feíta la nueva prima, pero es odontóloga. Ni modo amiga, será mi primo pero que se joda… Mejor estabas tú.

 

Hoy, después de tantos años, me pregunto, ¿cómo fue que terminamos así?; tú con una mujercita lejos del prototipo de chica por la que me alejaste para terminar con una marchitada y desatendida mujer que más aparece tu tía que tu amada,  y no lo digo por ardida sino por añadidura, porque hasta en féminas hay variedades, pero la tuya pasó por debajo de mis expectativas de la que yo esperaba.

No sé qué me apena más; el que te hubiese visto con una pareja mejor que yo o con esta mujer que tienes por consorte. Será que la bermeja señorita de tus sueños tuvo mejores aspirantes que tú y la atroz frustración de esa relación amorosa, con la rubia esa, te arrastró a resignarte y compartir tu vida al lado de una nefasta compañera.

Todos nos equivocamos, algunas más que otras.

Sí, desde ese punto de vista, sí. Nadie se casa con su alma gemela por una simple razón: “las almas gemelas no existen”. Nos enamoramos de una persona creyendo que es la pareja perfecta y suponemos que en ella existen los atributos del ideal creado en nuestra mente, pero cuando la conocemos bien, nos damos cuenta que dista mucho de ser quien esperábamos. Eso me pasó contigo. Pasé tres años de mi vida pensando más en ti que en mí…; sin embargo, tu altivez, vanidad y engreimiento te llevaron a buscar el prototipo de mujer de todo hombre inmaduro y superficial,  y ya vez… terminaste conviviendo con una mustia mujer.