El jefecito del comedor

Cerca de la 1:00 p.m., las colas del comedor seguían aumentando (por la puerta posterior, lateral y frontal), el sol radiante quemaba el rostro y cabeza de los comensales, los gritos bulliciosos: zampón, haz tu cola; amiga, despierta, no dejes que se metan; seguro son los de facufide; las antisonantes voces acompañadas de un megáfono y banderola en son de protesta.  

Tres de la tarde, ni un alma en los alrededores del comedor.

El jefe del comedor estaba fumando cuando tocaron la puerta.

_ Pase _ ordenó

Entró una señorita de buen porte y sonriente le dijo:

_ Buenas tardes, licenciado Abel, quisiera conversar con usted.

_ Sí, dígame

Mientras la coqueta y pícara estudiante se presentaba: me llamo Marifé, soy consejera de la Facultad de Inicial, y miembro de la comisión de almuerzos por el aniversario de mi facultad; quisiera saber qué documentos debo traer para que nuestro pedido sea atendido.

Con la mirada embobada, el jefecito del comedor, escuchaba atentamente el discurso de ese monumento de mujer que tenía en frente: blanquiñosa ella, de ojos grandes y claros, labios carnosos y sensuales, cabellera larga de color castaño, angosta cintura, caderas anchas al igual que sus pechos (todos los hombres son iguales, cuando ven carne blanca hasta podrida la consumen, y si tienen un buen derrier y busto, mejor).

Marifé, inmediatamente notó al hombre de enfrente completamente absorto con su presencia, y en un cruce de miradas hizo que el rostro del licenciado Abel se  ruborizara y dibujara un mohín con sus labios (solito se delataba).

_ Ok, señorita, entiendo. Entonces, puede usted presentar un oficio del decano dirigido a mi persona, solicitando la cantidad de almuerzos que necesitan, adjuntar la resolución de aniversario de decanato y la relación de alumnos matriculados en su facultad.

Tres días después, cerca de las 6:00 p.m., se apareció Marifé por detrás del jefe del comedor, sorprendiéndolo en el momento en que abría la puerta de su carro.

_ Hola, Abel. Perdón, perdón,  quise decir  licenciado Abel. Veo que ya se va, y justo hoy el profesor de estadística se extendió con su clase. Mañana tendré que regresar para presentar la solicitud de almuerzo.

_ No te preocupes, déjamelo y yo mañana lo veo.

_ Qué lindo, gracias. Mmmm, sería mucha molestia si me da una jaladita hasta la puerta de la universidad. Lo que pasa es que ya está oscureciendo y me da miedito bajar sola.

_ Sí, claro, sube. Por dónde vives?

_ En Huaycán, cerca a la Plaza de Armas de Huaycán, en la Av. 15 de julio, cuadra 10. Por lo general me vengo a la universidad con los colectivos y de regreso en combi, pero si tengo suerte, hoy puedo regresar en una camioneta Chevrolet (sonrió la pendeja).

El jefecito del comedor no pudo evitar los ojos brillosos, mejillas sonrojadas y el alargamiento de sus labios, al momento de sonreír.

_ ¿Te molesta si te tuteo?

_ No, total ya estamos fuera de la universidad.

_ ¿Y tú por dónde vives?

_ En Tarazona

_ Qué pena.

_ ¿Por qué?

_ Porque unos metros más y ya me tengo que bajar. Entonces, mañana te busco para recoger la copia de mi solicitud con el sello de tu oficina (despidiéndose aparentemente con un beso en la mejilla, pero se lo dio en la comisura de los labios).

Al día siguiente, 4:30 p.m., Marifé se acercó al container que fungía como oficina del jefe del comedor, llevando Caramandungas para tomar lonche, pues días anteriores la ofrecida esta se había percatado de la cafetera y hervidora que descansaban en una mesita, ubicada fijamente en una de las esquinas del vagón.

Abel la miró y sonrió, se sacó los lentes y se restregó los ojos. Luego cortó un pedazo de papel higiénico y limpió las lunas con esmero (mientras pensaba qué decir). Los trabajadores se iban retirando con un hasta mañana jefe, todo limpio jefe, todo cerrado jefe, que descanse jefe, cuidado jefe.

_ Gracias por las rosquitas Marifé, pero ya me tengo que ir. Te prometo que mañana temprano me los como en el desayuno.

_ No, pruébalas ahora, están frescas, además, mañana es sábado. De paso que nos calentamos con un cafecito, ya que hace demasiado frío.

Inmediatamente cogió la jarra, la llenó con el agua del bidón, enchufó el hervidor y presionó el botón de on (prendido), mientras Abel prendía un cigarro para fumar.

_ Está bien, Marifé. No quiero ser descortés contigo.

Silencio absoluto. La luz del container era tenue, y mientras el agua se calentaba la conversación se volvía fluida y amena, cruce de miradas, sonrisas y carcajadas (por parte de ella).

_ Me gusta cuando sonríes, le susurró y le acarició el cabello.

Abel, coqueteó de buena gana, sonrojando nuevamente las mejillas y dibujando un ademán con sus labios. Prendió otro cigarro (momentos de silencio). Ella, detrás de él le volvía a susurrar al oído: Estás muy tenso. Su soplo era tibio y sus labios rozaron su oreja hasta que él volteó y la besó. La lengua de ella se enredó voraz con la de él, agitándola con fuerza, golpeando repetidas veces los costados de su boca. Nunca lo habían besado de esa manera, y repitieron lo mismo, una y otra vez, hasta que él se apoyo sobre su pecho, sintiendo su piel blanca y suave, repasando la cuenca tibia de su espalda, mientras ella le hacía sentir la presión de su pubis sobre su sexo. Ambos con la respiración agitada, sintiendo los latidos de su corazón y de su aliento.

Tres días después, 4:00 p.m.

_ Aló, Diana, escucha: estoy bajando de Chosica con Daniel en el Charlie y acabo de ver a tu Abel en su carro con una chica. Ingresó  por una de las entradas de Huaycán, donde hay tres hostales juntas. Daniel no quiere seguirlo, dice que no debo meterme en asuntos de pareja, pero tú eres mi amiga y te lo tenía que decir.

 

_ No había tiempo para llorar, ni para pensar, sentí que la presión se me bajó aceleradamente, aún así cogí la cartera rápidamente para dirigirme al lugar. Ingresé a la cochera del primer hostal, y efectivamente, ahí estaba la camioneta ploma, de placa CDA 520 (sin poder sostener por más tiempo las piernas me senté en la vereda, empecé a sentir un dolor intenso en el estómago, me temblaban las manos… Mis amigas me lo advirtieron: tiene cara de pendejo, ya te mintió una vez, ¿quién te dice que no lo volverá a hacer?, lo vieron coquetear con una chica por Metro, le jalan las blanquiñosas, potonas y tetonas, sin fijarse en la cara de viejita, así como su ex; mientras intentaba calmarme, 1-2-3-4 (inspirar), 1-2-3-4 (espirar), 1-2-3-4 (inspirar), 1-2-3-4 (espirar), 1-2-3-4 (inspirar), 1-2-3-4 (espirar). Con el celular en la mano empecé a escribir hasta de lo que se iba a morir, pero luego lo borré. No tenía sentido, para qué, si ello no iba a cambiar el asolamiento en el que me encontraba: Bloquear a Abel Alminagorta

Con la cara mojada y los ojos hinchados subí a una moto de regreso a Los Girasoles e hice una breve parada en la garita: señor Lucio, a partir de este momento el carro plomo, de placa CDA 520 no vuelve a ingresar. El señor Abel Alminagorta Sánchez ya no vive aquí. 











Comentarios

  1. En la universidad hay todo tipo de estudiantes. Unas que mas se dedican a buscar pareja y otras que van a estudiar.

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  2. ese calentòn asalariado de comedor universitario. Pero hasta los profesores se quedan con la boca abierta cuando ven buen material.

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  3. Esto parece San Marcos, hasta los de limpieza de ponen arriolas cuando ven carne blanca. Suave camay.

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  4. Excelente relato, muy controversial pero suele suceder en toda universidad.

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  5. Interesante, de todo y para todos hay en la viña del señor...

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  6. Una buena historia que muestra la realidad limeña en las sedes universitarias. Mucho que analizar... Me encantó.

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  7. Interesante, la pérdida de valores y el amor propio.

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  8. Es un relato interesante de relaciones equivocadas ..que se presntan en la Univerdidad



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  9. Ese jefecito de comedor parece de La Cantuta.

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  10. is that shit for real ? OMG !!!!

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  11. controversial . me gusto

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  12. En el cuento la atmósfera importa mucho y esta debe sentirse desde el inicio, Dada la cortedad o naturaleza del relato. En este cuento se cumple la regla y el monólogo permite que no sea áspero el realismo.
    Una aclaración: Cervantes no consigna en ningún pasaje aquello de "Ladran, Sancho, señal que avanzamos". Hay que tener cuidado con citas falsas.Yo leí ya cuatro veces El Quijote y no hallé tal consigna.

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  13. Es la realidad de toda universidad, una lectura muy entretenida...

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  14. En el cuento la atmósfera importa mucho y esta debe sentirse desde el inicio, Dada la cortedad o naturaleza del relato. En este cuento se cumple la regla y el monólogo permite que no sea áspero el realismo.

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  15. Me agrado,sucesos que se dan en las diversas instituciones.Interesante

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  16. esos calentones uno ya no puede ir con licra a la universidad ni shorcito porque te comen con la mirada.

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